Cada vez que las consideraciones medioambientales llegan a la vanguardia del debate sobre la calidad del combustible, los éteres surgen como una solución eficaz.

 

Esto está sucediendo en algunos países de todo el mundo; México, por ejemplo, acaba de renovar su compromiso con el uso de éteres de combustión limpia y de alto octanaje, que exigen el uso de éteres en áreas metropolitanas, donde la reducción de los niveles de ozono se ha convertido en una prioridad.

Aumento De La Relevancia De La Reducción De Emisiones En Las Conversaciones Mundiales

 

Proteger la calidad del aire ciertamente no es un concepto nuevo en la conversación de los combustibles. De hecho, la creciente necesidad de proteger la calidad del aire es lo que impulsó la ola de regulaciones ambientales iniciales que comenzó en la década de 1970, lo que resultó, entre otras cosas, en la eliminación del plomo en la gasolina y la introducción de convertidores catalíticos. Esta misma ola implementó el uso de oxigenantes en mezclas de combustible en todo el mundo. Las posteriores regulaciones desde la perspectiva de la calidad del combustible se centraron, en general, en establecer límites más estrictos de azufre, olefina, benceno y aromáticos.

Sin embargo, a medida que la calidad del aire en las áreas metropolitanas mejoró drásticamente, el cambio climático se convirtió en la principal preocupación relacionada con la combustión de productos de petróleo y gas. La calidad del aire, aunque sigue siendo objeto de atención de las regulaciones, quedó en el segundo plano de la agenda del debate energético principal. Por ejemplo, durante la última década, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha elaborado más de 50 informes que se centran, o incluyen debates significativos, sobre el cambio climático. Hasta principios de 2016, ningún informe de la AIE se centró en la relación entre el uso de energía y la calidad del aire.

 

Calidad Del Aire: Nuevo Elemento Clave Del Debate Energético

Pero eso está cambiando, rápido. De hecho, como reconoció la AIE con la publicación de su primer informe especial sobre la energía y la contaminación atmosférica, la magnitud del impacto positivo que tendrían los progresos en la calidad del aire está volviendo a poner el tema en la cima de la agenda mundial. «Para mantenerse relevante», Fatih Birol, director ejecutivo de la AIE, ha declarado recientemente «que necesitamos trabajar mucho más cerca con las nuevas economías energéticas emergentes (en cuestiones de calidad del aire)».

En América, la tendencia es clara. Tras los resultados de un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2014, varios países, entre ellos Estados Unidos y México, han adoptado regulaciones más estrictas sobre la calidad del aire. El ozono y las partículas, entre otros, están siendo regulados más intensamente. En conjunto con esta normativa, los países, incluidos Estados Unidos y México, han seguido haciendo que los estándares de combustible sean más estrictos, en un esfuerzo por mejorar la calidad del aire y combatir el cambio climático al mismo tiempo.

En otras palabras, la reducción de las emisiones se ha convertido en un tema crucial en América, tanto para los gobiernos como para los consumidores y los refinadores.